jueves, enero 03, 2013

Reprimir, desalojar y desarmar a los kurdos



El gobierno de Turquía anunció que empezó una serie de negociaciones para lograr el desarme del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Mientras tanto siguen los ataques a las comunidades kurdas y las operaciones militares en las fronteras con Irán e Iraq.

Es una de las regiones más calientes del globo. El Kurdistán, nación reivindicada como independiente por 26 millones de kurdos, se encuentra en el epicentro de uno de los conflictos mediorientales más duros de la región. Su territorio está dividido entre Turquía, Siria, Irán e Iraq, exactamente la zona de mayor conflicto en el marco del intento de desestabilización del gobierno sirio, en medio de los ataques dirigidos hacia Teherán y de la retirada estadounidense de Bagdad.
Ante los acontecimientos de los últimos años en la zona, el reclamo independentista kurdo había pasado a un segundo plano en el panorama informativo mundial, pero no han cesado las hostilidades. Mientras Turquía y sus aliados de la OTAN preparan la maquinaria bélica para una posible escalada contra Siria, el gobierno de Ankara comandado por el conservador Recep Tayyip Erdogan cierra uno de los años de más cruenta represión contra el pueblo kurdo. En 2012 se registraron unos 650 muertos -según las cifras oficiales del gobierno turco- durante los combates entre el brazo armado del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y el ejército turco, un triste récord para un conflicto que ya se ha cobrado la vida de 45.000 personas desde su comienzo en 1984.
Turquía es el estado que más territorio kurdo posee. En el Kurdistán Noroccidental viven unos 15 millones de personas y el gobierno turco lidera las operaciones en contra del PKK desde hace varios años. En los últimos días ha trascendido la información de que los servicios secretos turcos están intentando establecer un diálogo con el líder de la guerrilla, Abdullah Öcalan, detenido en la isla prisión de máxima seguridad de Imrali, con el objetivo de lograr el desarme de la organización.
El asesor del primer ministro, Yalçin Akdogan, aseguró en declaraciones oficiales que la Agencia Nacional de Inteligencia de Turquía (MIT) ha visitado a Öcalan en diversas ocasiones desde el 22 de diciembre pasado. El líder del PKK se encuentra aislado, condenado a prisión perpetua en 1999 tras una tortuosa seguidilla judicial y diplomática que terminó con su extradición desde Italia y la inclusión del PKK en las listas de las organizaciones terroristas de Estados Unidos y la Unión Europea.
“El principal objetivo del gobierno es que se desarmen. No se pueden conseguir resultados y abolir una organización solamente con acciones armadas”, admitió Akdogan, en una declaración que ha sido interpretada como la admisión del fracaso de la vía armada para combatir los insurrectos. “La organización anunció 2012 como el año de la victoria, pero claramente ha sido un desastre. Movilizó todos sus recursos para lograr este objetivo: establecer control sobre el terreno en áreas rurales y empujar a la gente a las calles para una guerra popular revolucionaria”, admitió el funcionario.
Efectivamente durante 2012 los combates en la zona fueron intensos. La escalada bélica que Turquía encabezó contra el gobierno sirio habría facilitado la avanzada de las tropas rebeldes, que protagonizaron intensas batallas como la de Semdinli, en la frontera con Iraq en agosto, considerada como una de las más grandes ofensivas kurdas de los últimos años. El ejército turco se vio en la necesidad de recurrir a diferentes estrategias y hasta a jugar sucio, como con los recientes bombardeos a puestos del PKK en territorio iraquí o las operaciones militares contra la población civil -hechos tristemente famosos durante los años 90, cuando el gobierno turco llevó adelante una verdadera 'limpieza étnica' en el sur del país con helicópteros y gases mortíferos-.
Sin embargo, la información acerca de estos nuevos contactos encarados por los servicios secretos turcos es tomada con escepticismo por parte de los kurdos. El principal partido prokurdo de Turquía, Paz y Democracia (BDP), expresó su desconfianza hacia las declaraciones de los funcionarios de gobierno. “Es una información con una única fuente y no tenemos posibilidad de confirmarla por otras vías, de manera que no tenemos motivo para creérnosla”, dijo la copresidenta del BDP, Gültan Kisanak. “Nadie tiene posibilidad de comunicarse con Öcalan, nadie puede averiguar si estas especulaciones corresponden a la verdad o si son una manipulación, ni sabemos qué intención hay en hacerlas públicas. Incluso si es verdad, no será algo fructífero porque para que haya un resultado positivo, el pueblo tiene que confiar, pero nadie dará valor a las especulaciones unilaterales”, aseguró la diputada del BDP.
Mientras tanto, continúa la represión hacia los kurdos en toda Turquía. Según la ley antiterrorista turca, tanto los símbolos, como los eslogan y hasta las referencias 'en positivo' al accionar del PKK son considerados un crimen. Por lo tanto, las pequeñas formas de resistencia elaboradas por los millones de kurdos desplazados desde los territorios del sur hacia las grandes ciudades turcas son fuertemente reprimidas, una actitud que, por ejemplo, le valió a Ankara el rechazo por parte de la Comunidad Europea a incluirla como posible miembro, a causa de 'las dudas' acerca del respeto a los derechos humanos en su territorio.
El último episodio relevante es el del desalojo del barrio Tarlabaşı, en Estambúl, poblado principalmente por kurdos, gitanos y travestis, y donde tiene una de sus sedes principales el BDP. Allí la policía y el ejército intentan desde semanas echar a los pobladores de las antiguas ruinas del imperio otomano destruidas en los años '50, para dar paso a la construcción de centros comerciales y edificios de lujo. Sin embargo se encuentran con la resistencia de las bases del PKK y las comunidades Rom y travesti, que desde hace días resisten con piedras la avanzada de las fuerzas de seguridad.

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